e-ISNN: 2706-6053
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licencia Creative Commons SOCIALIUM revista científica de Ciencias Sociales, Vol. 5 - No. 2, julio diciembre 2021, pág. 318-334.
DOI: https://doi.org/10.26490/uncp.sl.2021.5.2.880
Sobre la necesidad de unificación de las iniciativas para un uso
ético de la Inteligencia Artificial
On the need to unify initiatives for an ethical use of Artificial Intelligence
Carlos Lázaro Nodals García1
Cómo citar
Nodals García1, C.L. (2021). Sobre la necesidad de unificación de las iniciativas para un uso ético de la Inteligencia Artificial.
Socialium, 5(2), 318-334. https://doi.org/10.26490/uncp.sl.2021.5.2.880
RESUMEN
El trabajo tiene como objetivo revisar, exponer y comprender la necesidad de unificación de las
iniciativas para un uso ético de la Inteligencia Artificial (IA). Expone la relación entre ciencia, ética,
sociedad y comportamiento del profesional de la ciencia. A partir de los abordajes básicos de esta
tecnología, se describen áreas de beneficios probados. En la metodología, consultando las bases
de datos Dialnet y Scielo, se hizo una revisión sistemática de libros, artículos científicos, informes
y declaraciones de parlamentos, agencias gubernamentales y foros internacionales, así como
artículos de especialistas en el tema. Se revisaron los resúmenes y artículos completos, en español
e inglés, considerando los que trataban la unificación viable de todas las iniciativas tendientes al
uso ético de la IA. Los resultados muestran los riesgos de la implementación acrítica y poco ética
de la misma, las implicaciones del desarrollo de aplicaciones que incorporan Inteligencia Artificial,
para la sociedad y las personas en su vida privada. Se habla de la toma de conciencia por los
gobiernos y los ciudadanos, de los riesgos de esta tecnología, y de la urgencia de unificar en un
solo modelo, su uso ético, seguro y transparente. Las conclusiones arrojan que prevalece en la
literatura consultada un consenso sobre la necesidad de unificar las iniciativas para su uso ético y
verificable, lo que demuestra una conciencia de los riesgos potenciales de su desarrollo sin un
control consensuado. Pero prima el entusiasmo por los beneficios de esta tecnología, lo cual es
un obstáculo para lograrlo.
Palabras clave: inteligencia artificial; aprendizaje automático; ética; ética de la ciencia;
deontología.
ABSTRACT
The objective of the work is to review, expose and understand the need to unify initiatives for an
ethical use of Artificial Intelligence (AI). It exposes the relationship between science, ethics,
society and the behavior of the science professional. Starting from the basic approaches of this
technology, areas of proven benefits are described. In the methodology, consulting the databases
Dialnet and Scielo, a systematic review was made of books, scientific articles, reports and
declarations of parliaments, government agencies and international forums, as well as articles by
specialists on the subject. The abstracts and full articles, in Spanish and English, were reviewed,
considering those that dealt with the viable unification of all initiatives aimed at the ethical use
of AI. The results show the risks of its uncritical and unethical implementation, the implications
of the development of applications that incorporate Artificial Intelligence, for society and people
in their private lives. There is talk of awareness by governments and citizens of the risks of this
technology, and the urgency of unifying in a single model, its ethical, safe and transparent use.
The conclusions show that a consensus prevails in the consulted literature on the need to unify
the initiatives for their ethical and verifiable use, which shows an awareness of the potential risks
of their development without a consensual control. But enthusiasm for the benefits of this
technology prevails, which is an obstacle to achieving it.
Keywords: artificial intelligence; machine learning; ethics; ethics of science; deontology.
1 Magister en Estudios
Socioculturales, Licenciado en
Derecho.
Universidad de Cienfuegos
Carlos Rafael Rodríguez,
Cienfuegos, Cuba.
clnodals@ucf.edu.cu
Arbitrado por pares ciegos
Recibido: 09/03/2021
Aceptado: 29/06/2021
Carlos Lázaro Nodals García
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Introducción
Con el fin de la llamada Guerra Fría y la llegada del siglo XXI, las relaciones internacionales se vieron ante
nuevos desafíos en el ámbito político, económico y científico. Los dilemas éticos en las investigaciones
médicas y genéticas se convierten en temas de conocimiento y discusión pública, debido a su tratamiento
mediático. Otras cuestiones como la eutanasia y el aborto adquieren rango de debate nacional en algunos
países. Las representaciones sociales sobre a la ciencia y su relación con la sociedad cambian
drásticamente. La sociedad civil reclama tener incidencia en las decisiones de los gobiernos en relación a
estos problemas.
Se discute si es posible constituir una ética en la ciencia, si es alcanzable una ética profesional en el ámbito
científico. Los científicos pueden, o no, tener principios que los guíen como profesionales en el ejercicio
de su actividad. Pero hay que tener en cuenta que la moral social se manifiesta en el comportamiento del
científico. Es cada día más evidente que los rápidos y cambiantes progresos de la ciencia y la tecnología
actuales, reclaman un enfoque ético y un abordaje humanistas del campo científico. Existe una cuestión
medular en esta problemática: ¿la ciencia es éticamente neutral?
La cantidad de dilemas éticos que hoy presenta el avance científico tecnológico a las sociedades, generan
una diversidad de problemas éticos, morales, filosóficos, jurídicos, entre otros; que justifican la necesidad
y pertinencia de al menos, una responsabilidad del científico. Añádase a esto, que las tecnologías de la
información y la comunicación han moldeado una opinión pública cada vez más conocedora de los
aspectos relativos a la ciencia, y que reclama una cuota de influencia en las decisiones que se adopten en
el abordaje de determinados desafíos, cuyos resultados pueden impactar en la naturaleza humana y
extrahumana.
Hay líneas de investigación y proyectos de alto impacto, de tal envergadura, que pueden revolucionar la
naturaleza humana y la existencia misma del homo sapiens. Entre ellas se encuentra el desarrollo de la
Inteligencia Artificial (IA). De ahí que es necesario que el rigor científico y las potencialidades de una
investigación estén en concordancia con valores como el humanismo y la honestidad. Pero ante la
eventual aplicación irresponsable de un resultado científico, la principal virtud del profesional de la ciencia
tiene que ser el coraje. Todo lo anterior puede subsumirse en el sentido de la justicia.
La ciencia no puede trabajar como una secta. “Los llamados posmodernos se limitan a hacer afirmaciones
mientras más herméticas y menos fundamentadas mejor”. (Bunge, 2000, p. 50). Por ende, apoyamos la
existencia de un vínculo entre ciencia, humanismo y moral. Todo conocimiento que emane de ella incide
en el destino del hombre y debe ser verificable. Concebimos la ciencia como una actividad humana
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especial, un sistema lógicamente estructurado de obtención de conocimientos verificables, cuya esencia
es el descubrimiento de las leyes de los fenómenos de la realidad objetiva y su correspondiente
explicación.
Apartado teórico
Para entender cómo se puede desarrollar la IA, existen cuatro abordajes básicos.
Los sistemas que piensan como humanos, aquellos que modelan las propiedades del
procesamiento cognitivo de los humanos. Los sistemas que actúan como humanos, que pueden
realizar cosas específicas que hacen los humanos, lo que incluye el procesamiento del lenguaje
natural, razonamiento automático, representación del conocimiento, aprendizaje automático,
visión computacional y robótica. Los sistemas que piensan racionalmente, con un pensamiento
estructurado, tales como silogismos y lógica formal. Y por último, los sistemas que actúan
racionalmente, o sea, que hacen cosas racionales. (Russell y Norvig, 2009, p. 5)
De aquí emanan cinco perspectivas fundamentales. Cada una prevé los resultados esperados del avance
e implementación de los logros de la IA. ¿Qué puede depararnos la misma en el mediano y largo plazos?
¿Que los humanos y las máquinas luchen por la hegemonía y estas últimas salgan vencedoras? ¿Que la
presencia de las máquinas en todos los ámbitos de la vida social humana traiga un progreso y una riqueza
sin parangón? ¿O que las máquinas sean la causa de una sociedad escindida entre las personas súper
especializadas y con competencias actualizadas, y aquellas que malviven de profesiones arcaicas y/o su
esfuerzo físico?
Hay muchas definiciones de IA. Con diferentes enfoques, pero en torno a una idea fundamental: crear y
dar forma a programas de ordenador y/o máquinas que sean capaces de desarrollar conductas que si
las realizara un humano, serían consideradas inteligentes. Cualquier sistema de IA debe poseer algunas
características básicas. La capacidad de aprender, lo que en el campo computacional se denomina
machine learning. Otra, es manejar la incertidumbre y la información probable, así como formar
conceptos a partir de representaciones combinatorias que se usan en el razonamiento lógico e intuitivo,
y poseer esos caracteres básicos.
El cleo teórico en el campo de la IA está en determinar si una máquina puede pensar. Probar la
habilidad de una máquina y comparar el conocimiento de esta con el de un ser humano y verificar si ese
conocimiento es cualitativamente similar o superior. Existe una constante reflexión filosófica sobre las
posibilidades pensantes de una máquina. Ello ha traído un fuerte interés en el desarrollo de la IA en dos
direcciones: una que tiene que ver con una teoría de la información que sea más sólida para el
aprendizaje artificial. Y otra hacia el aspecto práctico, de resolución de problemas concretos y de
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ámbitos específicos. A pesar de todo, no existe una postura unánime en torno al futuro de esta
tecnología.
Muchos intelectuales cuando abordan el campo de la IA, centran sus reflexiones en la proyección de la
misma hacia el futuro. Unos hablan de súper inteligencia y otros, de singularidad. Lo innegable es que
nos encontramos ante un desarrollo indetenible en la robótica y la IA, que tiene que ser pensada desde
la filosofía, la juridicidad y la ética, pues ese desarrollo trae aparejado numerosos e importantes
desafíos. Dilemas ecológicos y políticos globales que necesitan un enfrentamiento y resolución
solidarios. La relación del hombre con las máquinas ha modificado el mundo. Las aplicaciones y
productos de esta tecnología son cada vez más autónomos. Su control ético es una necesidad intrínseca.
La ética tradicional no puede dar una respuesta a este escenario donde los efectos adversos para la
biosfera provienen de variadas fuentes, la mayoría tecnológicas. Ahora se trata de preservar la existencia
de la humanidad en términos colectivos. El desarrollo de la IA tiene que ser considerado desde la
responsabilidad, no abusar de la capacidad que puede llegar a tener. Al respecto, Kurzweil (2017)
plantea que cuando arranque la década de 2030, se producirá un volumen de cálculo no biológico casi
igual a toda la inteligencia humana biológica viviente. Que esto no representará la Singularidad, pero en
la década siguiente, la inteligencia anual creada será aproximadamente mil millones de veces más
poderosa que toda la inteligencia humana actual. Por eso se fija la Singularidad para el 2045,
caracterizándola como la transformación más profunda y disruptiva en la capacidad humana.
Con frecuencia se tiende a negar la entrada de la IA en la vida cotidiana por parte de las personas. Esto
ocurre por la idea prefabricada que proviene del cine de ficción, que ha representado básicamente los
efectos adversos de esa tecnología. Pero la IA es un factor de progreso y humanización de las condiciones
de existencia del ser humano en su desarrollo bio-psico-social, si se implementa según parámetros y
regulaciones adecuadas. La lista de aplicaciones que pueden mejorar la vida de la sociedad va desde
optimizar el uso de fondos públicos, las políticas de igualdad, la salud, la educación y la distribución de
la energía. También el control fiscal y la seguridad ciudadana. Es una de las ramas de la tecnología de
más rápida expansión y desarrollo.
La IA hace posible que las máquinas aprendan de la experiencia, se ajusten a nuevas aportaciones y
realicen tareas como seres humanos. La mayoría de los ejemplos de los que se oye hablar en la actualidad,
recurren básicamente al aprendizaje profundo y al procesamiento del lenguaje natural. Con estas
tecnologías, las computadoras son entrenadas para realizar tareas procesando grandes cantidades de
datos e identificando patrones en ese cúmulo de datos. No es lo mismo que la automatización de robots,
esto último se hace basado en hardware y su objetivo es fundamentalmente sustituir al hombre en tareas
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manuales o industriales. La IA agrega inteligencia a productos y aplicaciones existentes, mejora esos
productos y tecnologías.
Tiene la capacidad de adaptación mediante algoritmos de aprendizaje progresivo, para que los datos
realicen programación. Encuentra estructuras, regularidades y patrones en los datos. El algoritmo
adquiere una habilidad, clasifica, empatrona. Si se proveen nuevos datos, los algoritmos se adaptan y
ajustan. Analiza datos profundos y complejos utilizando redes neuronales de varias capas. Cada día crece
el poder de cómputo gracias al desarrollo de la tecnología, con el big data, por ejemplo. Esto ha permitido
entrenar modelos de aprendizaje profundo que aprenden directamente de los datos. La calidad o
importancia de los datos redunda en competitividad y éxito, y en última instancia, en poder: se han vuelto
estratégicos.
Los datos imponen que cualquier sistema deberá ser capaz de aprender continuamente. Incorporar un
número ilimitado de conocimientos mientras se encuentre operativo.
En definitiva, es imprescindible diseñar sistemas que integren percepción, representación,
razonamiento, acción y aprendizaje. Este es un problema muy importante en IA, ya que todavía
no sabemos cómo integrar todos estos componentes de la inteligencia. Necesitamos
arquitecturas cognitivas que integren estos componentes de forma adecuada. Los sistemas
integrados son un paso previo fundamental para conseguir algún día inteligencias artificiales de
tipo general. (Forbus, 2012, p. 55)
Esa es la meta que busca alcanzar el desarrollo de esta tecnología. Los principales proyectos de
investigación están enfocados en el salto hacia determinados niveles de inteligencia general que traigan
aparejados un salto cualitativo en la relación humano-máquina.
Apartado contextual-histórico
En los inicios de la IA en los años 50 del siglo XX, se esbozaron las posibles aplicaciones y áreas de
desarrollo de la misma. En la década siguiente comenzaron los esfuerzos por aplicarla en la resolución de
problemas prácticos y en operaciones de predicción.
Los algoritmos genéticos denominados originalmente planes reproductivos genéticos fueron
desarrollados por John H. Holland a principios de la década de 1960, quien interesado en estudiar
los procesos lógicos que se daban en la adaptación, e inspirado por los estudios realizados en esa
época con autómatas celulares y redes neuronales, se percató que el uso de reglas simples podía
conllevar a comportamientos flexibles visualizando así, la posibilidad de estudiar la evolución en
sistemas complejos. (Ponce et al., 2014, p. 117)
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Desde el comienzo del siglo XXI, la IA se ha transformado en una manera cualitativamente más compleja
de transformación de datos. La conexión de la sociedad a internet, proceso que se acrecienta, ha resultado
en la digitalización de toda la producción cultural humana. Esa enorme cantidad de información hace de
los datos un activo básico para cualquier organización, empresa o país. Es el resultado de un sistemático
avance en la informática. La competición entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial está
servida para las próximas décadas. Como humanidad, no hemos logrado comprender todo lo que está en
juego, las implicaciones que tiene el desarrollo de la IA, y el riesgo que supone.
Desde los años 80 del siglo pasado los sistemas expertos se convirtieron en la tecnología estándar para
actividades industriales, financieras, médicas y militares, entre otras. Si repasamos los logros industriales
y productivos de la época se constata que la IA se había aplicado en la economía de punta en varios países.
También, desde ese momento, surgió una diversidad de visiones sobre el futuro de esa tecnología. Esta
situación se mantiene hasta la actualidad.
La opinión de los expertos sobre el futuro de la IA varía enormemente. No hay un acuerdo sobre
la sucesión temporal de los acontecimientos ni sobre qué formas podría llegar a adoptar la IA. Las
predicciones sobre el futuro desarrollo de la inteligencia artificial, señaló un estudio reciente, son
tan firmes como diversas. (Bostrom, 2016, p.16)
El período entre 1990 y mediados de la primera década del 2000, puede catalogarse como de salto
histórico. Comienza el desarrollo del aprendizaje automático (machine learning).
Es el subcampo de las ciencias de la computación y una rama de la inteligencia artificial, cuyo
objetivo es desarrollar técnicas que permitan que las computadoras aprendan. Se dice que un
agente aprende cuando su desempeño mejora con la experiencia; es decir, cuando la habilidad
no estaba presente en su genotipo o rasgos de nacimiento. (Russell y Norvig, 2009, p. 229)
Esto abrió la puerta a las aplicaciones que incorporan IA, con las cuales interactuamos en la cotidianidad:
búsqueda de canciones, películas y videoclips, fotos, entre otros. Se considera que fue la irrupción de los
teléfonos inteligentes los que la colocaron en el accionar diario de la ciudadanía.
Esta tecnología pasó de la especulación científica y la ciencia ficción a la realidad. Mejora, viabiliza y
beneficia la vida de las personas. Pero sus efectos adversos ya han sido experimentados por la sociedad.
Dígase las armas autónomas, la utilización de datos públicos y privados para fines ilegítimos e ilegales,
entre otros; que han hecho que los ciudadanos y los gobiernos tengan la percepción de que esta
tecnología, sin un control ético y legal, puede traer consecuencias que afecten incluso el modo de
existencia humano, tal como lo hemos concebido hasta hoy. Son preocupaciones legítimas, han puesto a
la comunidad mundial ante la problemática de cómo implementar una iniciativa global, mancomunada,
que garantice su uso ético y verificable.
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Más allá del sensacionalismo y las elucubraciones teóricas de algunos medios de comunicación, personas
y organizaciones poco serias; lo cierto es que estamos ante la impostergabilidad de dotarnos de un marco
de actuación en la IA, que sea reconocido por todos los actores. Que garantice la responsabilidad de las
empresas en su desarrollo y expansión presente y futuro, la seguridad para los usuarios que utilizan
productos y aplicaciones que incorporan la misma. El respeto a los derechos humanos fundamentales, el
equilibrio existencial de los seres humanos, que no puede ser alterado o destruido por ninguna tecnología.
En nuestra opinión, esto solo puede venir de una regulación gubernamental conjunta, única, con un
basamento y reconocimiento internacional.
La vida social contemporánea ha producido eventos en lo político, científico, tecnológico, y otras áreas de
la práctica humana; que han provocado una falta de credibilidad en lo que dicen los expertos. El exceso
de entusiasmo, los vaticinios ingenuos, las decisiones apresuradas e inconsultas, las actuaciones
irresponsables y unilaterales; han reforzado esta percepción. La IA no está fuera de este debate, es un
tema central en los temores ciudadanos. La respuesta a estos desafíos requiere cooperacn
internacional, abierta y franca, el establecimiento de reglas de actuación válidas para todos. Es la única
forma en que esta tecnología traerá un estadío humano superior, en lo existencial y lo social.
Método
Tipo de estudio. Se utilizo el método de revisión de materiales bibliográficos dedicados a las iniciativas
para implementar un uso ético de la Inteligencia Artificial, tanto en formato electrónico como físico: libros,
artículos científicos, páginas webs, informes y declaraciones de parlamentos, agencias gubernamentales
y foros internacionales. Asimismo, artículos de especialistas en el tema, publicados en revistas y prensa
especializada. También publicaciones secundarias como reseñas, referencias y citas de revistas,
presentando los antecedentes y teorías que amplían el tema.
Población y muestra. Se llevó a cabo una búsqueda de documentos publicados en español e inglés, en el
contexto internacional y en Cuba; sobre las estrategias de unificación para el uso ético y verificable de la
IA. Posteriormente, se realizó una búsqueda de revisiones sistemáticas de la literatura científica en las
bases de datos Dialnet y Scielo. No se estableció por año de publicación pero se puso como límite que el
idioma fuera inglés o español. Se analizaron además las referencias bibliográficas de los artículos
seleccionados con el fin de rescatar otros estudios potencialmente incluibles para la revisión. En la
búsqueda de literatura gris se incluyó todo tipo de documentos aportados por órganos legislativos,
agencias gubernamentales, corporaciones y foros internacionales, con recomendaciones,
pronunciamientos y posicionamientos sobre las iniciativas que coexisten para un uso ético de la IA.
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Respecto a los libros y artículos científicos se aplicó como criterio de inclusión que los mismos
incorporaran abordajes y recomendaciones para la unificación viable de todas las iniciativas tendientes al
uso ético de la IA. El principal criterio de exclusión recayó en cualquier literatura revisada que no incluyese
información sobre los beneficios y peligros de la IA y la necesidad de su regulación ética verificable.
Instrumentos de recolección de datos. El material impreso en formato físico se obtuvo del Centro de
Información de la Sede Central de la Universidad de Cienfuegos. Los documentos electrónicos fueron
localizados a través de Google Scholar. Mediante los descriptores del Tesauro UNESCO se introdujeron los
términos de búsqueda objeto del estudio en los buscadores Google y Bing. La discriminación de la
información se realizó según el tipo y calidad de la fuente. Se utilizó una ficha de análisis con núcleos
conceptuales.
Procedimientos de la recolección de datos. La información analizada se estructuró en dos apartados: uno
dedicado a la Inteligencia Artificial como tecnología, beneficios y peligros de su implementación. Y otro
dedicado a las iniciativas para su uso ético y verificable, así como a los esfuerzos para la unificación de las
mismas. De los libros consultados se extrajeron los elementos teóricos e históricos de la IA, su evolución
y fundamentos. De los informes, se obtuvo el estado de las propuestas para la unificación de las iniciativas,
la visión jurídica y el posicionamiento político administrativo en torno al tema. De los artículos científicos
de revistas indexadas y de las publicaciones de expertos en la prensa especializada, se obtuvieron
elementos de actualidad y de desarrollo del tema abordado. Tras la búsqueda inicial se localizaron 102
documentos, entre libros impresos y artículos científicos en revistas, de los cuales se excluyeron 36 que
no fueron relevantes para el objetivo de esta revisión. Finalmente se seleccionaron 7 libros, 13 informes
gubernamentales, 12 artículos científicos y 34 materiales en publicaciones especializadas. Para proceder
a la selección se revisaron los resúmenes y en caso necesario los artículos completos, para decidir si la
información que contenían estaba o no relacionada con el objetivo del trabajo y la relevancia de la misma.
Aspectos éticos. Se cumplió con la pauta ética de tomar información de documentos contenidos en
fuentes especializadas en el tema, reconocidas y confiables. Se evitó la literatura especulativa, sesgada o
con planteamientos contrarios al método científico, la neutralidad y la responsabilidad social.
Análisis de datos. Se aplicaron métodos y técnicas de investigación cualitativa como el análisis de
contenido, la lectura crítica de teorías y conceptos, y la interpretación de textos. A través de los métodos
aplicados, se obtuvieron los resultados.
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Resultado
En el contexto de la pandemia de COVID-19, la IA mostró sus potencialidades de aplicación en beneficio
de la humanidad. Algunos ejemplos sentaron precedentes. Jaimovich (2020) menciona los robots que
atienden comensales en Holanda, monitorean el distanciamiento social en Singapur, en otros países
limpian establecimientos, hacen entregas, atienden pacientes por medio de telemedicina y entregan
diplomas de graduación. El big data se aplicó en los mapas desarrollados por la Universidad Johns Hopkins,
para conocer el avance de la pandemia en el mundo. Y los mapas de Google y Apple permitieron conocer
la forma de moverse de los usuarios durante las cuarentenas.
A esto se suman las aplicaciones de rastreo de contacto que permitieron identificar y frenar posibles
cadenas de contagios, por medio de celulares. Para monitorear y evaluar el ámbito social en lugares
públicos y privados, surgieron otras iniciativas que implican la integración de IA en cámaras de seguridad.
El enfrentamiento al coronavirus SarsCov-2, mostró nuevas opciones o utilidades para los múltiples
desarrollos tecnológicos basados en el Aprendizaje Automático y el big data.
La gran feria de tecnología CES 2021, mostró productos futuristas que constituyen la base de lo que será
en próximas décadas el hogar inteligente. La Corporación sudcoreana Samsung reportó en su sitio digital
sus últimas creaciones. Samsung web (2021) describe las novedades de las heladeras inteligentes que
permiten al usuario saber qué ingredientes tiene con la pantalla View Inside. También heladeras que
ofrecen recetas. En la pantalla de inicio del display hay un menú que muestra fotos, videos, notas o el
calendario. Reproduce la pantalla del celular o del smart TV. La tecnología SmartThings Cooking ofrece un
planificador automático de comidas basado en las necesidades y preferencias del usuario, gracias a la
Inteligencia Artificial. Se pueden comprar ingredientes, elegir o enviar recetas para dispositivos
conectados, desde un mismo espacio.
Si analizamos esta línea de productos, se comprende que la IA en su aplicación doméstica, busca reconocer
y comprender los comportamientos del usuario. El objetivo principal es convertirse en un compañero
dentro del hogar y ofrecer acompañamiento personalizado. Fue Samsung precisamente, la que presentó
lavarropas que sugieren ciclos de lavado. Permite controlar, de forma conjunta, la lavadora y la secadora,
y calcula la cantidad óptima de agua y detergente. Una aspiradora con tecnología de reconocimiento de
objetos que identifica elementos y decide cómo moverse sin tropiezos. Remueve la suciedad incluso de
los rincones y funciona como cámara de seguridad, ya que el usuario puede supervisar qué sucede en el
hogar cuando no está.
Pero no es la única. Muchas corporaciones de tecnología de punta en el mundo, están desarrollando una
línea de robots para el hogar. Algunos modelos, ya operativos, reconocen y recogen objetos. Potenciados
por IA, pueden diferenciar entre un vaso de vidrio y un plato de cerámica, y responde al usuario cuando
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lo consulte al respecto. Otros, guardan alimentos y ponen la mesa. Las últimas versiones de estos robots,
están mejorando las capacidades, para que puedan aprender de los comportamientos del usuario, de su
rutina diaria y horarios, para convertirse en un compañero que ofrece ayuda, compañía y soporte
psicológico.
Sin embargo, ya se han dado escenarios donde la IA ha sido utilizada con objetivos malsanos. Esto ha
disparado las alertas a nivel mundial. La Guardia Revolucionaria de Irán confirmó su empleo en el
asesinato su científico Mohsen Fajrizadé en Teherán. Cubatedebate (2021) plantea que contaba con una
escolta de once efectivos y la explosión del vehículo desde el que se hicieron los disparos por control
remoto, tenía como objetivo eliminar su protección. Los disparos se efectuaron por satélite desde una
camioneta conducida por control remoto. El arma enfocaba sólo a Fajrizadé. Su esposa no sufrió
disparos, a pesar de estar a unos centímetros de distancia. El jefe del equipo de protección también
recibió cuatro porque se arrojó sobre él. Nadie estaba en el lugar del asesinato, la ametralladora estaba
equipada con Inteligencia Artificial.
La venta de juguetes sexuales es otra actividad donde está presente esta tecnología, y que crece cada
año. La categoría de estos dispositivos conectados se llama teledildonics. Están ganando popularidad
como parte del concepto sexnología: una combinación de sexo y tecnología. Los juguetes sexuales
incorporan chats grupales, mensajes multimedia, videoconferencias, transferencia de archivos,
sincronización con listas de canciones o audiolibros, la capacidad de conectarse con Alexa y otros
asistentes inteligentes y la posibilidad de ceder el control del dispositivo a usuarios remotos. Las
compañías especializadas en ciberseguridad concuerdan en que, con la expansión de ese mercado,
crecerán los ataques a los dispositivos sexuales.
Los juguetes sexuales inteligentes cuentan con una amplia gama de funciones. Permiten otorgar el control
remoto de su dispositivo a otras personas desde una app móvil o accederse remotamente a través de
internet, forman parte del fenómeno Internet de las cosas (IoT) por sus siglas en inglés. Dada la amplia
gama de funcionalidades que ofrecen estos productos la superficie de ataque es bastante grande. Sobre
el particular, Pastorino y Giusto (2021) refieren que hay ciertas características de diseño que los atacantes
pueden explotar como la conexión Bluetooth que algunas veces está desprotegida, vulnerabilidades en el
servidor o en las aplicaciones y conexiones Wi-Fi inseguras.
La información procesada por los juguetes sexuales y las aplicaciones es sensible. Nombre, contactos,
parejas sexuales, fotos y videos íntimos. Su uso revela las preferencias sexuales, los patrones y horarios
preferidos. En caso de robo, esto podría usarse contra la ctima, exponiendo su intimidad o hacerlo
objeto de chantaje. También se pueden explotar vulnerabilidades en los protocolos que se utilizan para
recopilar información o conectarse al dispositivo burlando mecanismos de autenticación deficientes. Si se
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toma el control de un dispositivo sexual sin la autorización del usuario mientras lo está usando, e incluso
envía diferentes comandos al dispositivo. ¿Cómo contempla esta acción la legislación actual? ¿Configura
una agresión sexual? ¿La legislación tipifica esta acción como un delito y prevé la sanción
correspondiente?
La era de los juguetes sexuales inteligentes está comenzando. Los últimos avances en la industria
incluyen modelos con capacidades de realidad virtual y robots sexuales impulsados por IA que incluyen
cámaras, micrófonos y capacidades de análisis de voz basadas en esa misma tecnología. Determinar el
responsable del daño causado por uno de estos aparatos es un desafío. Otro ejemplo, en un accidente
en el que esté implicado un coche de conducción autónoma, ¿quién cubre los daños? ¿El propietario, el
fabricante o el programador? Liberar de responsabilidad al fabricante puede desincentivar el logro de
calidad en el producto. Las regulaciones estrictas desmotivan la innovación. Y en ambas variantes,
merma la confianza de las personas hacia esa tecnología. Todo un dilema tecnológico.
Uno de los aspectos que más preocupan son las implicaciones políticas. Los resultados de la IA dependen
de su uso y los datos utilizados. Existe la posibilidad de sesgar, intencional o involuntariamente, tanto el
diseño como los datos. Algunos aspectos importantes de un asunto podrían no estar programados en el
algoritmo. O podrían programarse para reflejar y replicar sesgos estructurales. Un uso discriminatorio
sería utilizar la IA en la toma de decisiones influenciadas por la etnia, el sexo o la edad incluidos en los
datos, al contratar o despedir de un empleo u ofrecer préstamos en el Banco. También acarrea riesgos
a la privacidad y la protección de datos al utilizarse en equipos de reconocimiento facial o seguimiento
en línea, y la creación de perfiles de personas.
Los sistemas de IA también pueden usarse para crear vídeos, audios o imágenes falsas pero realistas,
conocidos como deepfakes, en inglés. Este contenido puede implicar riesgos financieros, daños a la
reputación y dignidad de las personas y problemas en la toma de decisiones. Puede conducir a la
separación y polarización en la esfera pública, la manipulación de elecciones, y de la selección de la
persona idónea para un cargo de dirección o plaza laboral. La libertad de reunión y manifestación está
también amenazada por la IA. Con ésta se puede rastrear y controlar a las personas vinculadas a ciertas
creencias, acciones, grupos sociales, o militancias políticas.
La acumulación de información puede distorsionar la competencia y hacerla desleal. Los actores con
más información tendrían una ventaja sobre los competidores. Pueden aprovechar los desequilibrios en
el acceso a la información. Un proveedor en línea puede usar la IA para predecir cuánto está dispuesto
a pagar un consumidor al observar su comportamiento en línea o una campaña de marketing puede
adaptar su mensaje. Las aplicaciones que están dentro del cuerpo humano, pueden presentar riesgos
de seguridad si están mal diseñadas, o son hackeadas. Se habla de ciber asesinato, si se hackea un
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marcapasos, por ejemplo. El uso no regulado de la IA en las armas puede provocar la pérdida del control
humano sobre las armas de exterminio masivo.
Algunos timos y falsificaciones en el sector de las finanzas y la administración pública, se han ejecutado
utilizando la IA. A pesar del esfuerzo de las empresas por evitarlo y del endurecimiento de las puniciones,
se siguen reportando con tendencia al aumento. Prang y Tweh (2019) narran en el Wall Street Journal la
historia de un caso que ocurrió en marzo de ese año. En el mismo, los criminales utilizaron un software
basado en IA para imitar la voz del máximo responsable de la gestión y dirección administrativa (CEO)
de una empresa de energía alemana. Así llevaron adelante un engaño que permitió a los estafadores
robar 220.000 euros.
A pesar de estos hechos, se afianza el enfoque mercantilista. Sobre todo en las áreas de desarrollo más
complejas y que pueden tener implicaciones de dominación geopolítica. Rosa (2019) refiere que a partir
del 2014, el mercado mundial del Aprendizaje Profundo muestra un crecimiento continuo. Asimismo, que
en el 2016, Grand View Research (GVR) calculó que ascendía a 272 millones de lares, de los cuales el
20% pertenecía a la industria aeroespacial y a la de defensa. Y agrega que el último informe de GVR indica
que este mercado alcanzará el valor de 10.200 millones de dólares a finales de 2025.
Discusión
Vivir con la IA en la cotidianidad requiere actuar en tiempo real. Evitar la elaboración legislativa después
del daño o efecto adverso. Hacer análisis transdisciplinares, desde la filosofía, la ética aplicada, el
derecho y el método científico. Fortalecer la confianza de la sociedad con una IA transparente en todos
los sectores de la vida pública y privada. Hay preocupaciones legítimas y desconfianza en las aplicaciones
que la incorporan. El Parlamento Europeo (2020) plantea la urgencia de adoptar sistemas transparentes
que generen confianza de los desarrolladores y del público en general. Se basa en un estudio de la
Universidad de Oxford y la Comisión Europea que arroja que el 84% de los estadounidenses y el 88% de
los europeos creen que la IA debe ser manejada con cuidado, debido a su potencial para producir
resultados sociales dañinos.
Las iniciativas que se implementen deben tener como objetivo el despliegue seguro de la tecnología y
el visto bueno de gobiernos, empresas, instituciones y personas. Hay al menos 175 de ellas para que los
sistemas de IA sean confiables. Son de empresas privadas, otras gubernamentales y de la ciudadanía.
Todas ellas surgen después de que se hayan producido varias controversias como los sistemas de
reconocimiento facial, las deep fake o la creación de bots con voces de personas fallecidas. Y es que
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junto con las posibilidades y beneficios, se acrecientan las dudas sobre su alcance, usos y empleos éticos.
Se presentan potenciales dilemas que tienen un impacto multidimensional: jurídico, filosófico y ético.
Herranz (2021) analiza la convivencia no coordinada de variados enfoques en el control de estos hechos.
Y exalta el papel mediador que puede jugar la Global AI Action Alliance (GAIA), lanzada por el Foro
Económico Mundial para resolver la dispersión de iniciativas para un uso ético de la IA. Con la misma se
busca la unificación y materialización de todos estos proyectos para eliminar barreras de conocimiento
y aprendizaje, y que se fomente una colaboración mundial en ese campo. Lograr que las prácticas y
herramientas que han demostrado utilidad se universalicen. Empresas como Accenture, BBVA, Dell,
Deloitte, EY, Facebook, HPE, Huawei, Microsoft, Netflix, Palantir, Salesforce, VMware, entre otras,
forman parte de GAIA.
Están comprometidas en el diseño conjunto de los marcos de referencia y protocolos de gobernanza de
datos, para acelerar los beneficios y minimizar los riesgos de la IA. Marcos de referencia que serán
probados en proyectos piloto de bajo riesgo para validar su impacto. La IA está aprendiendo más sobre
cómo trabajar con y sobre los humanos. Puede aprender a identificar vulnerabilidades en los hábitos y
comportamientos humanos, y usarlos para influir en la toma de decisiones. El Aprendizaje Automático
pronto podrá guiar a las personas hacia acciones específicas y aprender a dirigir la toma de decisiones
humanas a través de sus interacciones con ellos.
Sobre este aspecto, la relación humano-máquina; orbitan las principales preocupaciones. Whittle (2021)
dice que puede parecer un cliché el decir que la IA está transformando las formas de vivir y trabajar,
pero es cierto. Que aunque no posee inteligencias y emociones similares a las humanas, está
funcionando en campos como el desarrollo de vacunas, la gestión ambiental y la administración de
oficinas, sus capacidades son poderosas y se desarrollan rápidamente (…) no hay necesidad de
preocuparse por la toma de posesión de una máquina por el momento, pero este descubrimiento
reciente destaca el poder de la tecnología y afianza la necesidad de una gobernanza adecuada para
evitar el mal uso.
Los avances de la IA en la industria han hecho que las naciones líderes en esta tecnología reevalúen sus
planes de desarrollo de la misma. A la par de los logros, aparecen áreas de potenciales conflictos éticos.
Estados Unidos tiene un plan estratégico nacional de investigación y desarrollo de la IA. Este país realizó
la actualización del mismo, contenía siete estrategias y adicionó una. El Comité Selecto de Inteligencia
Artificial (2019) ampl las asociaciones público-privadas para acelerar los avances en Inteligencia
Artificial, con el objetivo de vincular empresas, academia, al público y socios internacionales; a fin de
acelerar los desarrollos en esta tecnología. Del mismo modo, esta nueva versión señala diferentes
desafíos para la adopción de la inteligencia artificial, entre los cuales se pueden resaltar la creación de
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estándares técnicos, seguridad y protección y creación de confianza entre otros; cada uno de estos
ligados a una o más estrategias anteriormente mencionadas.
El desarrollo y la investigación crecen con rapidez. Países, empresas y organizaciones destinan grandes
presupuestos para desarrollar esta tecnología. Y asistimos aquí al principal obstáculo en el logro de una
iniciativa unificada para su control y uso ético: la tecnología evoluciona con rapidez, su incorporación es
expedita en la sociedad, pero esta rapidez provoca vacíos jurídicos. Las instituciones y el derecho no
evolucionan a la par de la ciencia y los avances tecnológicos, generalmente van a la zaga. Derecho y
Superestructura se desfasan con el desarrollo y su acople requiere voluntad política. Esto conlleva a la
preocupación sobre lo que puede desencadenar un mal uso unido a la ausencia de marco jurídico que
tipifique los hechos. De ahí el debate sobre la creación de normas, marcos regulatorios e iniciativas
internacionales unificadas.
En el año 2017 varias de estas paradojas fueron expuestas en un reporte de World Commission on the
Ethics of Scientific Knowledge and Technology, en el cual se enfatizaba en la importancia de la
responsabilidad compartida en el área de la robótica. Ni los diseñadores, ingenieros, programadores,
fabricantes, inversionistas, vendedores y usuarios tienen responsabilidad completa sobre el uso e impacto
de estos, especialmente cuando se trata de robots que tienen un nivel de autonomía cuyas acciones
pueden ser impredecibles. “Este problema no solo aborda el impacto de los robots, sino que por el
contrario abre la posibilidad de doble uso, es decir, la reprogramación o cambios al propósito de robots
diferente al original”. (World Commission on the Ethics of Scientific Knowledge and Technology, 2017).
Este es un ejemplo, pero que puede hacerse extensivo a otras áreas de aplicación. En todas existe la
posibilidad del mal uso de la IA, en el desarrollo de sistemas de armas autónomas y el posible uso de la
información que recoge esta tecnología. Lo cual da paso a pensar en la regulación de estas amenazas para
crear políticas que puedan prevenir o mitigar su impacto negativo. Especial preocupación generan la
protección de datos, la creación de parámetros éticos, la creación de robots autónomos, el transporte
autónomo, los sistemas de inteligencia artificial y el desarrollo de sistemas de armas autónomas letales
(LAWS), por sus siglas en inglés, algunas de ellas ya operativas.
Como cualquier tecnología, la Inteligencia Artificial se puede usar para el beneficio de la humanidad o
para causar daño. La gobernanza adecuada y consensuada es fundamental para garantizar que se
implemente de manera responsable y verificable. Toda organización, agencia, compañía, etc.; que la
utilice y desarrolle, tiene que dominar lo que esta tecnología puede y no puede hacer. Así como los know
how para evitar la violación accidental o intencionada de las reglamentaciones que se adopten con
respecto a su uso ético. Tener conciencia de los posibles riesgos y beneficios, es el primer eslabón en la
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asunción de una ética en la ciencia que investiga, produce y aplica la Inteligencia Artificial. Es un desafío
paradigmático del siglo XXI.
Conclusión
La postura que prevalece en la literatura que aborda los problemas del manejo de la Inteligencia Artificial
muestra un consenso en cuanto a la necesidad de la unificación de las iniciativas para su uso ético y
verificable. Esto evidencia que existe una conciencia de los riesgos potenciales que tiene su desarrollo sin
un control consensuado.
Sin embargo, se aprecia asimismo un énfasis en los beneficios de la inteligencia artificial en ámbitos como
la educación, la salud, las finanzas y el internet de las cosas, entre otros, que pueden retrasar la adopción
de una política mancomunada a nivel global para la implementación de su uso ético y controlado.
Si bien es cierto que los dilemas que hoy plantea la aplicación de la inteligencia artificial y los hechos
dañinos que ya ha producido están identificados, descritos y pronosticados en la literatura, prima el
entusiasmo por los beneficios de esta tecnología, lo cual, es un obstáculo para la adopción de un consenso
internacional que produzca un equilibrio entre potenciación y limitación del uso, cumpliendo con la
responsabilidad ética de la ciencia.
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Carlos Lázaro Nodals García
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