Conocimiento y valoración de las semillas en Quebrada Seca, región de Coquimbo, Chile
SOCIALIUM| Revista científica de Ciencias Sociales | e-ISSN: 2706-6053
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Las semillas son una de las herencias culturales más importantes del hombre en la Tierra, pues estas
permiten la continuidad de las distintas especies de plantas que son la base de nuestra alimentación. En
el artículo Semillas: cuando germinó la agricultura y floreció la humanidad (Resende, 2017, p. 1), la
agricultura es sin duda uno de los hitos más importantes de la humanidad; surgió durante el periodo
Neolítico o Edad de Piedra, cuando el hombre se dio cuenta de que las semillas puestas en la tierra
brotaban y producían plantas que, a su vez, generaban nuevas semillas, hecho que permitió la transición
de la recolección a la agricultura.
En este contexto, las semillas desde hace tiempo han permitido la sobrevivencia de distintas culturas a lo
largo de la historia del hombre. A través de la agricultura, los campesinos han ido conservando diferentes
tipos de cultivos, transmitiendo este conocimiento en el transcurso del tiempo mediante diferentes
técnicas para poder sembrar distintos productos como el trigo, la cebada, los porotos, el maíz y los
zapallos.
Según el libro El Maíz regalo de los dioses (Echevarría & Muñoz, 1988. p. 16), cuando Cristóbal Colón llego
al nuevo mundo (1492), sus hombres encontraron en la isla de Cuba grandes campos con un extraño
cereal hasta entonces desconocido en el Viejo Mundo. Se trata del maíz, el cual los aborígenes de esta isla
designaban con el nombre de maíz o mahis y que consumían asado, cocinado, fresco, seco y hecho harina.
Según los planteamientos de los autores, el maíz es una semilla originaria del Nuevo Mundo, así lo
demostró la tripulación de Colón, cuando sus hombres empezaron a explorar los cultivos de las culturas
nativas existentes en las islas del Caribe.
Dentro de los pueblos precolombinos, como es el caso de la cultura maya, los agricultores realizaban
grandes terrazas para cultivar el maíz, que era uno de los productos base de su alimentación. Así lo
describe el periódico electrónico El camino corto, tu guía en tierras mayas (Salvadó, 2012, p. 1): “La semilla
del maíz está presente en la cosmogonía, en las creencias y en la manera de entender el mundo, formando
parte inherente de la vida del pueblo maya. Lo vemos en sus ceremonias, en su alimento diario, en la
milpa, en sus paisajes y en sus medicinas”.
En este sentido, la cultura maya presentaba una fuerte relación con la agricultura y, en este aspecto, el
maíz era un elemento sagrado dentro de sus tradiciones, cuyo pensamiento estaba muy ligado a la
naturaleza; por esta razón, las semillas eran elementos necesarios para asegurar el equilibrio entre el
mundo terrenal y el espiritual.
En el caso de la cultura inca, a través del cultivo de terrazas fueron colonizando áreas para la plantación
agrícola, principalmente de maíz, papas, calabazas y ají. En el libro El manejo del espacio en el Imperio Inca
(Miño, 1994, p. 23), los indígenas iban seleccionando áreas del territorio destinadas a los cultivos; en esta