Etnografía de la culinaria tradicional andina en el valle del Mantaro, Junín (1928-1990)
SOCIALIUM| Revista científica de Ciencias Sociales | e-ISSN: 2706-6053
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El registro etnográfico de Quijada Jara, no se atolla en las técnicas de cocción, más expone un listado
de preparación sobre el potaje estacional, como el shakteo de queso, que demanda de un aderezo
con ají colorado, pimienta, ajos, cebollas, manteca de chanco y queso en cuadros. Otro shakteo
manifiesto es, el de tripas de vaca o carnero, donde se repite la técnica cambiando un ingrediente, el
ají amarillo. El listado se extiende en otras preparaciones como la quinua palpa, que es un dulce de
quinua graneada y endulzada, donde debe “se mueve con un cucharón de palo hasta que esté en
punto y su dulce agradable al paladar” (Quijada, 1988, p.18).
Del mismo modo el etnógrafo narra del patachi que, en detalle simple, viene a ser una preparación
de trigo pelado que se hierve con “patitas de carnero, kuchejarán o piel de cerdo, carne de carnero
y de vaca, especialmente cabeza de carnero y arveja seca” (Quijada, 1988, p.18); donde demás
ingredientes deben ser cocidos en olla de barro y presentarse en plato con recado de yerbabuena,
ají jashpado y sal. El investigador no obvia las habas shalta, que es la mesa o acompañamiento del
patachi y se sancocha en olla de barro, acompañado de maíz y arvejas secas hasta que los granos
revienten.
De igual forma, variados platos tradicionales se disponen en las faenas agrícolas, las trillas, el
desyerbe, el wasi-ishpi o el jilu-wantuy. Así se presenta el yacuchupe, sopa que se le conoce como
chupe verde cuya particularidad es su sencillez. Se pone a hervir agua en una olla donde se hecha
papa picada a lo largo y se deja cocer. Cuando cuece la papa “se agrega quesillo desmenuzado, leche
y huevos. El gusto especial (…) estriba en el condimento de siete clases de hierbas o recado. Que son
el chinche o wakatay, muña, ruda, yerbabuena, culandro, perejil o paico y amash” (Quijada, 1988,
p.19). Las hierbas de recado se deben de moler en batan con ají amarillo o mirasol para luego ser
agregado a la olla.
Igualmente, el mondongo, es detallado desde la disposición del maíz blanco pelado, el agua; la carne
de carnero, de vaca, tocino; kuchi-jara, cabeza de carnero, tripas y panza que, reunidos en una olla,
deben de cocerse durante toda una noche. “Según creencia (…) solo se debe de cocinar de noche,
porque de día tiene vergüenza y por esto dicen penqakunni. Y en verdad es así, porque a la luz del
día es difícil que reviente el maíz” (Quijada, 1988, p. 20). El esbozo etnográfico devela que, durante
la cocción, las mujeres reunidas se gastan chistes y bromas para conseguir “que el maíz reviente
pronto, porque él también sabe reírse” (Quijada, 1988, p. 20). El recado de este caldo consiste en
perejil picado, cebolla picada, ají jahsapado y sal para tinkuchir.
Distinto contexto presenta el pokte de kushuro, que demanda el uso de un alga que crece en las
orillas de las lagunas. “Según versión de los abuelos el kushuro es el hijo del agua de laguna o de
puquial” (Quijada, 1988, p.21). La preparación del pokte consiste en la realización de un aderezo de