Aroldo Kevin Chavez Leonardo
Volumen 7 | Número 1 | enero - junio| 2023 75
La definición que Delgado realiza sobre el espacio público permite observar que las calles, las avenidas,
los locales o las plazas, puestos que integran y definen a lo público, como estados transitorios y efímero,
y como puentes colectivos de la urbanidad. En otras palabras, de lugares y de calles compartidos
cotidianamente por una masa de individuos anónimos que se cruzan e interactúan indirectamente;
trasladándose así a diferentes lugares con diversos fines y objetivos, como: el llegar al trabajo, a la
universidad, al hospital, a una reunión, a la fábrica, a una cita e incluso a una manifestación social. Es decir,
a todo escenario de interacción correspondida por aquellos individuos. A diferencia del carácter ritual de
la liminalidad, “en el caso de las sociedades urbanas hemos visto cómo esos ámbitos liminales, intersticios
inestables que se abren entre instituciones y territorios estructurados, pueden identificarse con la calle y
con los espacios públicos” (Delgado, 1999, p. 178). Este símil de los lugares que conforman el espacio
público como escenarios de liminalidad de la urbanidad, se confirma en la siguiente cita de Delgado
(1999):
Por definición la calle, la plaza, el vestíbulo, de cualquier estación de tren, los bares o el autobús
son espacios de paso, cuyos usuarios, las moléculas de la urbanidad -la sociedad urbana
haciéndose y deshaciéndose constantemente-, son seres de la indefinición: ya han salido de su
lugar de procedencia, pero todavía no han llegado allá donde se dirigían; no son lo que eran, pero
todavía no se han incorporado a su nuevo rol. Siempre son iniciados, neófitos, pasajeros (p. 119).
Esta característica efímera y espontánea no tiene sentido como tal, si no es producida por una
participación de individuos que interactúen en el espacio y tiempo en que se desarrolla. Así como los
communitas de Turner (1980, 1988) en los ritos de margen; en los lugares urbanos liminares de la ciudad,
son el conjunto de transeúntes o pasajeros de paso que circulan, se movilizan e interactúan
intersubjetivamente por estos lugares concretos y de puente. La no determinación de un lugar, el estado
de transición y de anonimato vienen a ser algunas características comunes entre los communitas de
Turner y los pasajeros de paso de estos lugares de la urbanidad. Como postula Delgado (1999) sobre el
usuario del espacio público:
Eso es lo que hace que el usuario del espacio público o semipúblico sea básicamente eso,
transeúnte, es decir persona que está en tránsito, en passage. Tránsito, transeúnte, del latín
transeo -pasar, ir de un sitio a otro, transformarse, ir más allá de, transcurrir, recorres
rápidamente…-, cuyo participio es transitus: acción de pasar, de cambiar de condición. Transitus,
como sustantivo: lugar de espacio público o semipúblico que es un ser del umbral, predispuesto a
lo que salga (p. 120).
Ante todo, lo mencionado, el presente texto tiene como interés analizar antropológicamente el aspecto
simbólico y social que puede representar las principales estaciones troncales de un sistema de transporte