Susan Vincent
Volumen 6 | Número 1 | enero - junio| 2022 xi
un sistema antidemocrático autoritario (Rousseau 2006) y, a nivel de base, los recursos se dirigieron a
las mujeres de manera que esencializaron sus roles como madres (Boesten 2003).
Por ejemplo, en Allpachico se implementaron una variedad de programas y proyectos a favor de las
mujeres. Vaso de Leche es un programa institucionalizado de larga data que es administrado por los
gobiernos locales y obtiene recursos tanto de ellos como del estado. Se supone que proporciona
alimentos (típicamente leche y quaker, junto con otros alimentos básicos) a niños desnutridos menores
de 7 años y puede extenderse a niños mayores de esa edad si la salud nutricional del niño lo justifica.
Debido a que los estándares para la altura y el peso de los niños son de los EE. UU. y la morfología andina
tiende a ser más pequeña, casi todos los niños de la sierra califican. Si hay suministros adicionales, se
pueden agregar otros que se consideren necesarios. En la era Fujimori, algunas mujeres que se habían
apuntado a apoyar al presidente lograron beneficiarse. Esto fue posible en parte porque, si bien se
suponía que la salud del niño era el factor crítico, sus madres eran las presuntas receptoras. Las
beneficiarias se organizaron a nivel local y tuvieron que realizar un servicio público, como limpiar la
plaza, y desfilar en diversos eventos. La suposición de que las beneficiarias serían las madres estaba tan
arraigada que los programas de salud pública utilizaron las reuniones del grupo para educar sobre, por
ejemplo, la salud de la mujer. Esto ha persistido. Recuerdo que en 2003 (después de que Fujimori dejó
el poder) asistí a una reunión en la que participaba un padre (estaba desempleado y su esposa
trabajaba), así como un hombre mayor. La presentación trató sobre la higiene personal de la mujer. De
manera típica, reflejando la conciencia de la gente sobre las jerarquías de poder entre ellos y los
funcionarios estatales, todos los asistentes, independientemente del género, escucharon con paciencia.
Si bien las mujeres locales se involucraron, asistiendo a reuniones que enseñaron habilidades de
liderazgo, por ejemplo, solo fueron invitadas a hacerlo si apoyaban a Fujimori. El tipo de liderazgo que
estaban aprendiendo era muy clientelista, como he argumentado en otra parte (Vincent 2012). Todos
los allpachiqueños se volvieron cada vez más cínicos sobre la política. Como me dijo mi comadre durante
las elecciones presidenciales del 2000, todos los políticos se olvidan de la gente una vez que están en el
poder, así que aceptamos todos los regalitos que reparten los candidatos en la campaña, al menos con
ello nos quedamos. Lo había aprendido de su participación activa en los programas locales de Fujimori.
Junto a estos avances con altibajos para las mujeres, se encontraban algunas políticas y prácticas
claramente retrógradas. Antes, durante y después del período de insurgencia en Perú, el estado y
Sendero Luminoso perpetraron violencia de género (Boesten 2012; Bueno-Hansen 2010). Además, en