Germán Pérez Verduzco
Volumen 6 | Número 1 | enero - junio| 2022 67
en los asuntos públicos (Cáceres et. al, 2016). No obstante, una duda recurrente en este campo de estudio
es si en realidad el desarrollo de las TIC ha llevado a un ejercicio más activo de la ciudadanía. Por un lado,
se dice que éstas y las RS son un catalizador de la participación política y que representan una herramienta
útil para el ejercicio de la ciudadanía; por el otro, se ha planteado que sólo generan mayor apatía hacia lo
público, dificultando aún más las movilizaciones civiles. Se trata de las corrientes denominadas cyber
optimism, en el primer caso, y cyber pesimism, en el segundo (Haunss, 2015).
Ambas posturas llevan algo de razón. A favor de la primera, se ha visto que tanto el Internet como las TIC
y las RS facilitan los procesos de acción colectiva, y que han sido fundamentales para la gestión de diversos
movimientos sociales a nivel global, como quedó de manifiesto en la “Primavera Árabe” en Túnez,
“Occupy Wall Street” en Nueva York, el “15M” en España o “YoSoy132” en México. Los movimientos
sociales contemporáneos se caracterizan por estar conectados en una red multimodal, ser locales y
globales a la vez, virales, y expresarse tanto de manera offline como online (Castells, 2012). Por eso se
dice que las RS, y en general los medios digitales, poseen cierto poder democratizador y comunitario, pues
brindan un espacio donde las personas pueden expresar ideas, dar y recibir información, e intercambiar
opiniones gratuita y libremente sobre cualquier tópico (Freire, 2019). Incluso, se afirma que si el cambio
social surge a partir de la acción comunicativa, y las TIC y RS son capaces de modelar la comunicación,
entonces los medios digitales pueden transformar la sociedad (Castells, 2012).
Para Aguirre (2013, 2014), las RS permiten: a) superar la carencia de instrumentos o mecanismos eficaces
de participación política (elecciones, rendición de cuentas, transparencia, presupuestos participativos,
referéndums, plebiscitos o revocaciones de mandato); b) ajustar la asimetría informativa y comunicativa
entre los ciudadanos, o entre éstos y sus representantes políticos; y, c) gestionar nuevos derechos. Pero
si bien es cierto que las RS han estado presentes en la mayoría de los movimientos sociales más recientes,
fungiendo como principal herramienta de comunicación entre los grupos e individuos que los integraban
(Castells, 2012), también es verdad que estos fenómenos se sustentaron en redes físicas preexistentes.
Por citar sólo un par de ejemplos, mientas el “15M” estuvo compuesto por ciudadanos españoles que
compartían las consecuencias negativas de la crisis económica de 2008 (Minguijón y Pac, 2013), el
“YoSoy132” lo formaron universitarios mexicanos que compartían la molestia por la visita del entonces
candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, a su institución educativa (Rivera, 2014).
Aunque se afirma que las TIC y las RS son imprescindibles en el desarrollo y concreción de la acción
colectiva porque ayudan a organizar, coordinar y deliberar (Cáceres et. al, 2016), también podría decirse
que por sí mismas no contribuyen significativamente a la construcción de ciudadanía, sobre todo desde el
punto de vista de las acciones que individualmente podrían llevarse a cabo para resolver ciertos retos o